Jacqueline Molnár Ilustradora de Budapest

De niño me fascinaban los colores, las pinturas y las ilustraciones de libros. Mi padre es artista gráfico y mientras crecía lo veía dar vida a líneas y colores. Y aunque luego estudié animación en la universidad, la ilustración de libros sigue siendo lo primero para mí.

Me levanto, abrazo a mis hijos, beso a mi marido, alimento a los gatos, riego las plantas mientras les hablo, lucho con el papel y los pensamientos, dibujo, pinto, corto papel, pego tiras y formas, escucho la radio, abrazo a mis hijos, leo, sueño.

Creo que todos estamos influenciados por alguien o algo que nos rodea, de una forma u otra. Cada imagen que he visto hasta ahora ha provocado en mí una reacción que se refleja en mis dibujos, y me ha dejado huella.

Los recuerdos de mi infancia, la naturaleza, mis hijos y el deseo de ayudar a las personas y hacer que el mundo sea un poco mejor y más pacífico.

Mi trabajo consta de dos fases. Primero pienso en el proyecto que tengo por delante, busco respuestas al porqué y al cómo. Durante este proceso, prefiero el silencio. Tengo que concentrarme y escucharme a mí misma. Cuando se trata de un trabajo detallado, me gusta escuchar música clásica o incluso la radio.

Puedo trabajar en cualquier lugar. Me gustan las diferentes influencias que aportan los lugares diferentes.

Me gusta el proceso del trabajo, la forma en que una ilustración va tomando forma lentamente. Me encanta experimentar con nuevas técnicas y materiales. No creo que tenga una ilustración favorita. Sigo avanzando y creciendo. Cada dibujo es el reflejo de un momento, y me gustan la mayoría de los momentos de mi vida.

Trabajo en el jardín, doy un paseo por el campo, respiro entre los árboles, me siento junto al lago, conozco nuevas plantas y observo a los pájaros e insectos.

La magia y el poder que pueden tener las imágenes. Realmente disfruto mirando ilustraciones de todo el mundo. Es muy emocionante ver lo rico que es este mundo. Qué diferentes somos todos.

Absolutamente. Lucho conmigo misma muy a menudo. Pero sobre todo ayuda el tiempo. Si no puedo encontrar una solución hoy, ciertamente la haré mañana. Y cuando estoy desesperadamente estancada, hablo con otras personas o les pido consejo a mis hijos.