Espacio para las ideas

Son su mayor tesoro. En ellos apunta y recopila todo lo que se le ocurre para una historia. Fotos, dibujos, todo tipo de inspiración. Hasta que consigue ver, oler y escuchar a sus personajes y las ubicaciones de la historia.

Quizás Cornelia nunca habría descubierto lo fabuloso que es escribir a mano el primer borrador de un libro, si su hijo Ben no le hubiera sugerido que fueran juntos a Madagascar. "Me parecía penosísimo llevarse un ordenador a la jungla, así que cuando me apetecía escribir abría un cuaderno en Anjajavi mientras los lémures saltaban entre los árboles por encima de mí", dice Cornelia, y nunca más comenzó un libro en el ordenador.

Sus cuadernos ahora llenan seis baúles ignífugos, que le hacen posible trabajar en varias historias al mismo tiempo. Para algunos de sus libros, llenó más de 30 cuadernos con bocetos e ideas. Otros son hasta ahora solo un título en un cuaderno aún vacío.

“No puedo pensar en cómo podría hacerlo sin ellos. Escribir siempre fue divertido para mí, pero ahora es una fiesta y satisface todos los sentidos. Además ya no se pierde nada. Los cuadernos muestran cómo una idea se convierte en una historia terminada”.