Dos brujitas salvajes
Lili y Rosana quieren sentirse como brujas de verdad la noche de Walpurgis y para ello, hacen una fiesta en el jardín con sopa y danzas de brujas. Pero de repente, aparece una bruja de veras sobre la verja...
¿Quiere alguien ser aprendiz de bruja...? Rosana y Liliana, dos inseparables amigas, tienen un deseo: quieren ser brujas, tener aventuras, aprender a cabalgar sobre una escoba e inventar pociones mágicas. Disfrazadas y con escobas, organizan un baile de brujas para la noche de Walpurgis. De repente se encuentran con una de verdad que se burla de las dos: es Frida. ¿Es cierto que quieren entrenarse? Bien, entonces... ¡a trabajar! Cómo será este aprendizaje pronto lo van a descubrir estas dos amigas, que entre fascinadas y asustadas seguirán las lecciones de Frida. ¿Conseguirá ésta ayudarlas a diferenciar la brujería buena de la mala para que se conviertan en brujitas de verdad? Miles de lectores en el mundo conocen ya estas hilarantes aventuras, y cada año nuevos alumnos se apuntan para compartir este aprendizaje tan particular...
- Publicado por primera vez 1994
- Edad A partir de 10 años
- Ilustraciones de Cornelia Funke
- Editorial Ediciones Siruela
Una heladería tiene un aspecto triste con lluvia. Las flores que la madre de Rosana había plantado en el patio dejaban caer sus cabezas mojadas y los pétalos nadaban en los charcos. Las sillas apiladas criaban moho y encima de la mesa se habían adherido excrementos de pájaro. El cielo llevaba cuatro semanas chorreando y parecía que esa situación frese a durar eternamente. Rosana, sentada debajo de una sombrilla empapada, mordisqueaba su bolígrafo mientras esperaba a Liliana. Querían hacer juntas los deberes, pero Liliana una vez más llegaba tarde. Ramsés, el gordo gato de Rosana, yacía encima de la mesa, los ojos cerrados, las patas estiradas. Rosana, irritada, apartó sus patas traseras del libro de matemáticas y lo abrió.Chof, chof, alguien venía saltando por el patio. De charco en charco.-Helado de plátano, helado de limón, helado de fresa y de chocolate -cantaba Liliana-. De verdad, no sé qué le pasa a la gente. A mí, lloviendo, el helado me sabe a gloria.