Bronwen Steele Escritora y poeta de Inglaterra

Siempre me ha atraído la belleza. Cuando era pequeña, mi padre me llevó al Museo Británico. Ahora me cuenta que bailé delante de los mármoles de Elgin (originarios del Partenón de Atenas) cuando los vi por primera vez. Siempre he creído en Dios. Y con la fe llega la convicción de que existe la verdad y la belleza, y de que estas tienen poder sobre nosotros los humanos. Creo que cuando encontramos la belleza, nos ofrece un indicio de esperanza y nos transmite que las cosas que nos rodean y nosotros mismos tenemos un significado. El arte y la literatura en mi vida me han hecho crecer y deseo que mi trabajo haga lo mismo con los demás. En cuanto a la interacción de los colores, las texturas y la luz, veo el mundo en gran medida a través de los ojos de un artista o un poeta, y lo siento todo muy intensamente. Intento expresar mediante el lenguaje las cosas que veo y siento, o plasmarlas de alguna manera visual. La creatividad es una forma muy natural de relacionarme con el mundo. Me llena de una energía muy especial. Al principio quería ser artista visual, pero en los últimos años la escritura y la fotografía se han convertido en algo mucho más importante para mí. Me ayudan a entender el mundo, tanto el que me rodea como mi mundo interior.

Me encantan los cuentos infantiles y el género fantástico porque creo que transmiten la realidad de forma muy clara y convincente, mientras que en los cuentos “realistas” a menudo queda esta oscurecida o confusa.

En el año 2021, mi mejor amiga me habló de un concurso local organizado por el proyecto "Her Salisbury Story" El tema era relatos cortos o poemas inspirados en mujeres que tienen una conexión con la ciudad de Salisbury. Escribí una historia corta sobre un pequeño dragón que vive solo en una casa grande y vacía, hasta el día en que una escritora se muda a ella para terminar su libro. La historia trata los temas del dolor, la soledad, la esperanza y la amistad. Cornelia fue miembro del jurado y el premio fue una estancia en su granja de la Toscana como parte de su proyecto de Artista en Residencia. Ya conocía y me encantaban algunos de sus libros en ese momento y la posibilidad de conocerla me motivó mucho a participar. Fue todo un reto meter una historia completa en las 1 000 palabras permitidas, pero al final fui una de los tres ganadores que eligió Cornelia.

Durante las primeras horas en Volterra, se abatió una espectacular tormenta eléctrica sobre las colinas para darnos la bienvenida. Vivir y trabajar allí con Cornelia era como entrar en otro mundo. Un mundo en el que parecían posibles cosas extrañas y mágicas. Empecé a escribir allí un cuento, pero el momento crucial de la semana llegó al atascarme relativamente pronto. Me di cuenta de que a menudo me encuentro con el mismo obstáculo al escribir y le pregunté a Cornelia si podía hablar con ella sobre ello. Dijo dos cosas que me conmovieron especialmente. En primer lugar, me retó a tomarme más en serio mi historia y mis personajes, a cuestionarlos de forma más compleja. Y luego habló de la primera idea que tuvo para su libro El Señor de los ladrone y de cómo buscó el hilo conductor de la historia. Lo encontró en la cuestión de cómo piensan los niños acerca de los adultos y cómo los adultos sobre los niños. Me di cuenta de que hace falta algo más que una idea interesante para escribir una historia. Necesita un hilo conductor que me apasione. Y me puse a pensar en lo que podría ser ese hilo.... Ese fue un momento decisivo para mí, porque me di cuenta de que, además de la esperanza y la belleza, la soledad, la tristeza y el miedo son también temas que me preocupan, temas sobre los que hasta entonces no había pensado querer escribir historias.

Aprendí que mi escritura implica y explora temas más tristes de los que había sido consciente anteriormente. Eso fue muy importante para mí y me ayudó a entender mejor mi escritura. Es algo sobre lo que sigo reflexionando y todavía estoy tratando de averiguar cómo escribir sobre estas cosas bien y con un sentido de esperanza. Algo muy valioso que me traje de mi tiempo con Cornelia es la confianza en mi escritura y también en mí misma. La semana que pasé allí me ayudó a sentirme escritora, y eso es realmente un regalo. Estoy muy agradecida por esa estancia.