Polina Zubenko Artista de Ucrania

Creo que siempre ha formado parte de mí, un efecto secundario de mi curiosidad y mi imaginación un poco desbocada, por mi forma de procesar el mundo. Me resulta tan natural que me cuesta llamar "arte" a mis "esfuerzos". No necesariamente porque los desvalorice o desestime de algún modo, sino más bien porque rara vez pongo el lápiz sobre el papel con el objetivo de crear algo. No es un ritual con una hora o un lugar concretos (aunque eso ayuda mucho), sino más bien una constante en mi vida, en los paseos, en los trenes, en los museos, en los conciertos y, por supuesto, en las reuniones importantes. La mayoría de las veces trato de ver más de cerca algo que acabo de vislumbrar.

Todo lo que he hecho es una mirada más cercana y una devoción total a una palabra, una forma, una melodía o algo que acabo de experimentar. Para mí, todo esconde una historia, incluso los problemas matemáticos, pero sobre todo las piruetas de las hojas al caer o los primeros copos de nieve y los “in crescendo" arrebatadores de las sinfonías. No hay nada más hermoso que sumergirse de cabeza en una historia.

En resumen, me resulta mucho más difícil no hacer nada que hacer algo.

Un día de la primavera de 2022, estaba saludando con muchos aspavientos a mis amigos que se encontraban en el lado opuesto de la Odeonsplatz de Múnich, ya que estábamos en la manifestación semanal por la paz en Ucrania. Cuando por fin se fijaron en mí, se acercaron y me invitaron amablemente a participar en un proyecto literario para niños traumatizados por la guerra en Ucrania y en el mundo entero. Mi alegría y emoción no tuvieron límites cuando supe que una de mis autoras favoritas de todos los tiempos y la inspiración crucial para mi traslado a Alemania -Cornelia- había aceptado ayudarnos a desarrollar un concepto sólido para el proyecto. Tuve la suerte de formar parte del grupo invitado a Fraggina para una sesión de brainstorming, y Cornelia me invitó generosamente a volver y buscar allí mi propia historia.

Es un poco como si le hubiera robado esos días calurosos y hermosos en Fraggina a un feliz desconocido. Hasta ese momento, mi año había sido una auténtica pesadilla de la peor clase. Vi cómo mis miedos más profundos se hacían realidad. Como todos a mi alrededor, estaba obsesionada con los aspectos prácticos de garantizar el bienestar de mi familia y enviar a casa toda la ayuda posible. "Perder" tiempo o energía en algo que no sirviera directamente a uno de esos fines me parecía criminal. Y, francamente, estaba convencida de que la chispa de mi creatividad se había apagado para siempre.

Mi semana en Fraggina fue un sueño que nunca me había atrevido a soñar. Estuve envuelta por la magia más pura, sin adulterar. La impresionante naturaleza, la enorme colección de libros, las antiguas y misteriosas calles de Volterra, el fascinante arte, las maravillosas personas que conocí, las increíbles conversaciones y los inestimables consejos fueron como un bálsamo para mi alma un poco maltrecha y encendieron en ella un fuego completamente nuevo. De repente todo cantaba y una historia volvía a vivir para mí en todo. Así que realmente encontré mucha inspiración que me acompañará durante mucho tiempo.

Unas cuantas historias que me encantan, una en particular con la que estoy totalmente comprometida y que me roba el sueño. El aroma embriagador del pleno verano, acompañado por el coro casi ensordecedor de las cigarras. Tantos colores y reflejos de luz que incluso ahora se filtran en mis sueños y a menudo me visitan cuando dejo volar mi imaginación. Un alegre entusiasmo por lo que venga y un amor más profundo que nunca por las personas y el mundo. Confianza en mi amor por lo que hago y comprensión de que necesito seguir haciéndolo por mi propio bien. Y algunas lecciones que me cambiaron la vida y que llevaré conmigo y de las que aprenderé para siempre.

En resumen, nada más y nada menos que una nueva perspectiva de vida.