Voces detrás del espejo

En junio de 2010, Oetinger produjo junto con Rainer Strecker en un estudio de sonido el audiolibro de la novela de Cornelia, Reckless.

Detrás del cristal hay un cuartito casi vacío. De detrás de ese cristal sale la voz de un hombre que se transforma. Se transforma con cada palabra que sale de sus labios. En junio de 2010, la editorial alemana Oettinger produjo un audiolibro del libro de Cornelia: Reckless.

Más rápido. Tenía que ser más rápido. Los perseguidores se están acercando. Cinco galopan detrás de él. Primero corre sobre espuma, luego sobre un terreno blando, un prado húmedo, agachado sobre el cuello de su caballo, se sostiene malamente tapando la capucha con la frente. Los cascos resuenan en el barranco, desde los imponentes acantilados, pero él, solo oye el aliento de su caballo, siente en su hombro un dolor intenso, la sangre palpitando en su cuello. La mano de Jacob se dirige hacia el arma, gira hacia atrás, levanta el arma, se coloca y ...

Una mano va subiendo... una mano que sostiene un bolígrafo amarillo y que, poco después, presiona un botón blanco. "Rainer, bien, pero demasiado rápido, demasiado rápido", le dice Markus Langer, el director de esta grabación de audiolibro, desde un micrófono que está frente a él en la sala de control. Al otro lado del cristal está Rainer Strecker, mira hacia arriba, asiente brevemente, luego mira nuevamente el texto que, impreso en hojas de DIN A4 y marcado con colores, se encuentra frente a él: Reckless — Carne de piedra

Había galopado a través de las líneas como si el Goyl lo hubiera estado persiguiendo, había espoleado al caballo, puesto toda la prisa, toda la respiración, toda la tensión en el sonido y el ritmo de su voz. La silla en la que está sentado se ha transformado en un caballo, él mismo es ya Jacob Reckless, y la pequeña sala de recepción es el estrecho barranco detrás del cual yace el Valle de las Hadas. Todo esto tomó forma, cobró vida, pero Rainer Strecker había tropezado con una pequeña palabra, un "allí" o un "como" o "para". Y ahora tiene que leer el pasaje de nuevo.

Sucede esto casi siempre. Muy raramente, casi nunca, encaja todo a la primera. Transformar un libro escrito en un libro para ser escuchado no es una cuestión sencilla: sentarse, poner un micrófono enfrente, comenzar con la primera y terminar con la última frase. De hecho, funciona así: Rainer Strecker, el actor que ya ha leído (en alemán) el audiolibro de la trilogía de Corazón de Tinta, planta un vaso de agua caliente sobre la mesa, además de unas pastillas de menta, se desabrocha la cadena de madera que lleva alrededor de su cuello — pues podría hacer algún ruido- saca el manuscrito de una caja de cartó. Va leyendo frase tras frase, intentando llegar a una página de un tirón. "Intentamos producir alrededor de 60 páginas por día", dice Markus Langer, "pero estamos progresando aún más rápido".

¿Entonces no es tan complicado? Bueno, sí. ¿Y por qué? En respuesta a esto, llegan a otra pregunta: ¿qué es una historia? Aparte de todo lo demás, es algo doble. Primero, una historia no es más que muchas letras amontonadas en un papel. Las letras se convierten en palabras, que a su vez se convierten en frases que se alinean en párrafos y capítulos. En segundo lugar, sin embargo, una historia es mucho más que eso, ya que todas las palabras y oraciones tienen significado, y por lo general no solo uno. Según la narración, el ambiente nos arrastra, levanta el estado de ánimo o salta la tensión que nos atrapa, envuelve, cautiva a los lectores u oyentes. Cuando Jacob Reckless lucha con el sastre, se encuentra con el hada negra, se cuela gracias a la baba de caracol en la ciudad de los Goyl... todo esto no es más que tinta sobre el papel. Y al mismo tiempo es mucho más.

Un sorbo de agua tibia... respira... espira... suspira un par de veces, mueve la mandíbula hacia adelante y hacia atrás, afloja los labios, extiende los hombros, la caja torácica, la lengua en la boca, y luego, muy gradualmente, paladea el sabor de las palabras. Como cuando un músico afina su instrumento, se hace amigo de él, lo calienta, se acerca a la temperatura de las notas y al flujo de melodías que va a tocar. Rainer vuelve a abordar la historia al comienzo de cada día de grabación. Y a sí mismo, como lector.

Se sienta en un cuarto muerto. Muerto. Así le llaman los ingenieros de sonido al pequeño espacio de tal vez 2,5 por 2,5 metros, solamente porque tiene un aislamiento especial que asegura que el sonido sea lo más neutral posible.

La idea es obtener una voz que no sea aburrida como una vieja biblioteca húmeda donde unos cortinones cuelgan en las ventanas; que no resuene como las voces en un baño alicatado. Simplemente debe sonar como suena. Para que esto suceda, un estudio tiene que hacer un enorme esfuerzo.

Lentamente, sílaba a sílaba, Rainer se sumerge en el mundo de la historia y, sin embargo, tiene que permanecer en la superficie de las palabras, tiene que controlarse a sí mismo y su voz, no debe dejarse llevar por los acontecimientos, y aún así, no alejarse demasiado de ellos. Esta es la única manera de pasar las frases sin chocar, tropezar, gritar, silbar, jadear, asfixiar, tragar, y sin escuchar muletillas superfluas y sin que se oiga como si estuviera leyendo el manual de un cepillo de dientes eléctrico.

Rainer ha etiquetado, coloreado, dibujado y subrayado cada personaje de azul, verde, rojo y amarillo, y ha escrito en un pedazo de papel y sobre el cartón de la caja en la que guardaba sus manuscritos claros comentarios sobre la naturaleza de las figuras.

Pero el actor, con el micrófono frente a sus labios, solo usa su voz como medio de expresión... o eso es lo que creemos. Pero incluso la lectura es una actuación física, es cualquier cosa menos una actuación solo vocal. "Siempre leo con todo el cuerpo, y eso se refleja en la voz."

Qué sombrío se le ve a Rainer apareciendo detrás del cristal que separa la dirección de la sala de grabación. Por un momento, Rainer está volviendo a convertirse en el enano valiente y gesticulante de Valiant, como si el enano estuviera ahí sentado y como si su voz viniera de otro mundo, del mundo de detrás del espejo, el mundo hacia el que Cornelia nos secuestra, el mundo de Reckless: Carne de piedra.

Texto y fotos: Michael Orth

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